La "Ciudad Vieja", el centro y el puerto de Montevideo, al fondo, vista desde la fortaleza del Cerro, en julio de 2007. Foto: ggem |
Montevideo y Buenos Aires son como
ciudades siamesas, dos cabezas que salen de un mismo río. Cuando
hace frío aquí, allá también están temblando. Y si allá sacan
los paraguas, acá sacan la gabardina.
Las dos grandes ciudades capitales del
río de la Plata son también puertos rivales. Lo han sido casi desde
la fundación de Montevideo, en la primera mitad del siglo XVIII.
Las ventajas provienen de las facilidades del puerto natural
montevideano y su privilegiada ubicación en la zona de acceso al
estuario, por el cual bajan al océano las aguas del Uruguay, el
Paraná, el Paraguay, el Pilcomayo y muchos otros afluentes.
En el periodo virreinal que terminó en la segunda década del siglo XIX, Montevideo fue además la sede regional de la armada española, lo que dio un privilegio adicional a la principal ciudad del territorio oriental del virreinato del Río de la Plata, del que no gozaba Buenos Aires.
La rivalidad de los puertos ha sido vista por una vieja corriente histórica uruguaya como una de las causas de su nacionalidad, lo que ha sido cuestionado por nuevas generaciones de historiadores revisionistas.
En el periodo virreinal que terminó en la segunda década del siglo XIX, Montevideo fue además la sede regional de la armada española, lo que dio un privilegio adicional a la principal ciudad del territorio oriental del virreinato del Río de la Plata, del que no gozaba Buenos Aires.
La rivalidad de los puertos ha sido vista por una vieja corriente histórica uruguaya como una de las causas de su nacionalidad, lo que ha sido cuestionado por nuevas generaciones de historiadores revisionistas.
Los historiadores de los dos lados del
Plata argumentan que Montevideo y Buenos Aires pertenecen a una misma
región, donde han entrelazado sus conexiones políticas y sociales,
a pesar de las disputas entre los empresarios portuarios.
Un periódico de Buenos Aires, Diario
de la Tarde, publicó en 1833 la carta de un suscriptor que daba
cuenta de los incentivos que ofrecía Montevideo a los navegantes y
sugería seguir su ejemplo, demostrando que sí ha existido, al
menos, la competencia de los servicios portuarios.
El puerto de Buenos Aires, fotografiado desde un avión en dirección al Aeroparque. Foto: ggem, julio de 2007. |
Cuando ha habido persecución política
en Buenos Aires, como precisamente ocurrió en 1833, tras una
revuelta armada contra la hegemonía del puerto sobre las provincias
del interior, Montevideo ha acogido a los exiliados políticos.
Y viceversa, cuando la persecución fue
contra los disidentes uruguayos, Buenos Aires ha sido el espacio de
acogida, aunque a veces con mala fortuna, como en los años de la
Operación Cóndor que. está probado, asoció a las dictaduras
militares y "cívico-militares" para perseguir en todos los
frentes a los presuntos militantes de grupos políticos armados.
Un cuento de dos ciudades. Montevideo y
Buenos Aires, una para la otra.