Guillermo
G. Espinosa
Montevideo,
octubre de 2017
-
Trump triangula la relación con los sudamericanos
La
Coordillera es una película argentina que
se estrenó este año en Sudamérica, mostrando a México como
confeccionador de los intereses económicos de Estados Unidos.
"América
para los americanos", afirma el presidente mexicano Sebastián
Sastre, encarnado por Daniel Giménez Cacho, en una tensa reunión
cumbre, cara a cara, tratando de convencer a los sudamericanos de
formar una entidad económica continental.
Al
final de la ficción coproducida por España y Francia, México queda
aislado de América Latina, pero firme con los estadounidenses.
Esa
es la misma visión de distanciamiento que el 26 de enero de 2017
llevó al presidente de Bolivia, Evo Morales, a sugerir que ha
llegado la hora de que los mexicanos "miren al sur".
Es
la imagen política que prevalece sobre la estadística económica y
comercial, que, por el contrario, evidencia un creciente
involucramiento de empresas mexicanas en las economías de América
del Sur, con exportaciones, inversiones y más gente viajando al sur.
Argentina,
Brasil, Uruguay, Paraguay y México comenzaron a negociar nuevos
acuerdos comerciales por separado para tratar de ampliar sus
intercambios a partir del año próximo, intentando abrir el Mercado
Común del Sur (Mercosur), que a pesar de su nombre no funciona como
tal y tiene aún aranceles entre sus miembros.
Contra
algunos pronósticos, el valor del comercio de México con Brasil y
Argentina se ha triplicado en los últimos 15 años hasta llegar a
nueve mil millones de dólares, según la información compilada por
la Asociación Latinoamericana de Integración (Aladi), el ente
gubernamental que da seguimiento al comercio regional, desde
Montevideo, y a cuya secretaría general llegó en septiembre el
embajador mexicano Alejandro de la Peña Navarrete, un experto en
negociaciones gubernamentales.
Al
lado del movimiento de bienes, ha crecido también el desplazamiento
de personas. La Dirección de Aeronáutica Civil del gobierno
mexicano reporta un aumento de 10 veces en 20 años la cantidad de
pasajeros transportados entre México y los 10 países de América
del Sur. En 2015 sumaron dos millones 594 mil personas. La ruta
sudamericana equivale a una décima parte
de los viajeros del corredor norteamericano, que ya están sobre los
25 millones de viajeros, y es igual que el volumen de conexiones con
Centroamérica (dos millones y medio).
Este
incremento en la movilidad y el comercio
exterior con los principales socios del Mercosur
se debió en parte a los pactos de liberalización comercial
que México promueve desde los años noventa.
Las
ventas totales de México al Mercosur fueron insignificantes por años
y décadas. La balanza comercial mexicana fue generalmente
deficitaria para los mexicanos hasta que la exportación de autos,
vehículos ligeros, autopartes, televisores, computadoras, cervezas y
jugos, cobró fuerza, en la primera década de este siglo.
México
vendió 4 mil 729 millones de dólares al Mercosur en 2016, pero en
su mejor momento arañó los 8 mil millones de dólares en 2012,
según las cifras de Aladi. Y ocho de cada
10 dólares vendido a Brasil, Argentina, Uruguay y Paraguay fue
resultado de la exportación de autos y manufacturas.
Triangulación
El
repunte con el Mercosur ocurrió al mismo tiempo
que disminuía la concentración de
las exportaciones a Estados Unidos y Canadá, que en 2002 alcanzaba
92.3 por ciento y, una década después, había bajado a 83.8.
Cuando
Brasil entró en una crisis que arrastró a
sus socios del Mercosur, las ventas mexicanas tomaron una tendencia a
la baja en Sudamérica y volvió a aumentar la concentración con los
vecinos norteamericanos, hasta 87 por ciento, pero se mantiene el
superávit mexicano, exportando cada vez más manufacturas como
shampoo, pasta y cepillos de dientes.
Ahora,
las estridentes declaraciones del presidente Donald Trump sobre el
presunto retiro de Estados Unidos del Tratado de Libre Comercio de
América del Norte (TLCAN) son escuchadas en el sur como la
oportunidad de vender más a Estados Unidos y a México.
"Existe
potencial para que Argentina exporte productos de la cadena de la
soya, cereales, como maíz, trigo y cebada, biodiesel, vinos, carnes,
peras, malta, porotos (frijoles), maníes (cacahuates)", afirma
Enrique Mantilla, presidente de la Cámara de Exportadores de la
República Argentina. "La idea
de Argentina es incorporar al Acuerdo de Complementación Económica
(ACE-06) bienes agronidustriales".
Las
decisiones de Trump han arrojado sus primeras señales de política
comercial hacia México y Sudamérica, como en un juego de billar a
tres bandas. Tanto los empresarios, como los gobiernos y la opinión
pública en Sudamérica están expectantes de la relación con México
para proceder con el mandatario estadounidense.
"Todo
depende ahora de la negociación del TLCAN", dice Ignacio
Bartesaghi, especialista en comercio internacional de la Universidad
Católica del Uruguay, al hacer un balance de las múltiples
negociaciones comerciales en curso. México reescribe acuerdos de
complementación económica por separado con Argentina, Brasil y
Uruguay, y confecciona el primero con el aislado Paraguay, cautivo,
como los consumidores uruguayos, de las manufacturas brasileñas,
argentinas y chinas.
La
recepción en la Casa Blanca de los presidentes Mauricio Macri de
Argentina y Juan Manuel Santos de Colombia es proyectada en la
opinión pública como una oportunidad para mejorar las condiciones
de su relación. Michel Temer, que no ha viajado a una entrevista
personal en Washington, subió en julio pasado a su cuenta de Twitter
una foto de su corta reunión con Trump en Alemania, en ocasión de
la cumbre del G20, proponiendo un encuentro con empresarios
brasileños.
El
mismo Trump se ocupó de exponer en público su experiencia con
Macri, que estuvo en Washington sondeando el ánimo comercial de su
homólogo. "El increíble camino económico en el que está
ahora Argentina es algo que el mundo debe mirar... Yo le hablé de
Corea del Norte y él me habló de limones", comentó Trump el
27 de abril pasado.
En
agosto, el vicepresidente Mike Pence, de gira por Sudamérica,
anunció que Estados Unidos dio finalmente el sí a la importación
de los jugosos limones amarillos de la provincia de Tucumán, en el
cálido norte de Argentina, que en la primera descarga podrían dejar
unos 50 millones de dólares, con una posible escala en puerto
mexicano.
A
cambio Pence logró la apertura del mercado de carne de cerdo, aunque
de inmediato provocó la reacción proteccionista de los productores
de Santa Fe y Entre Ríos, al norte de Buenos Aires, anunciando -sin
disimulo- la preparación de un "catálogo de restricciones
sanitarias".
Pence
anunció además, el 13 de agosto, en Bogotá, la admisión de
aguacate colombiano del tipo Hass, producido en el valle del Cauca,
Antioquia, Cundinamarca, Caldas y Santander, compitiendo con los
exportadores de Michoacán. Pocas semanas antes, Trump había
elogiado la colaboración de Colombia en la destrucción de plantas
de coca, base para la refinación de cocaína, que, aunque ilegal,
también está relacionado con los mercados estadounidenses.
El
comercio tradicional de los países del Mercosur con Estados Unidos
ha sido el de los commodities, los granos, la carne, los
alimentos y otras materias primas sin procesar, como la madera que
Argentina exporta ocasionalmente a México.
Autos,
protegidos
El
7 de agosto, la prensa argentina circuló la versión gubernamental
de que la renegociación del ACE-6 no tocará el tema automotriz,
porque en marzo de 2015 ya fue renegociado el sector en otro pacto
(ACE-55), disponiendo cupos límite de alrededor de 600 millones de
dólares anuales, hasta 2019.
Esta
es la misma situación con Brasil, el primero que se mostró a
disgusto con la creciente importación mexicana de autos y partes,
también en marzo de 2015.
Las
manufacturas hicieron la gran diferencia en las exportaciones
mexicanas, en el cambio del siglo XX al XXI. Se multiplicaron los
vehículos y los televisores con sellos de "Hecho en México".
En Argentina, su valor era apenas de 118 millones de dólares en
2002. En 2013 llegó a su punto más alto con mil 889 millones y
aunque bajó un poco por las cuotas a los coches, las manufacturas
mexicanas enviadas al puerto de Buenos Aires valieron mil 357
millones en 2016.
Con
Brasil la historia es igualmente de crecimiento rápido. Ya para 2002
ocupaban la mayor parte de las exportaciones mexicanas con 631
millones. Tocaron techo en 2012 con 5 mil 645, transformando la
escena comercial de México en el Mercosur.
La
exclusión del sector automotriz no es una buena señal.
Félix
Peña, director del Instituto de Comercio Internacional, dice que,
dada la presente coyuntura mundial, México y Argentina deben llevar
el "totum" a la mesa de negociaciones, es decir, todos los
temas, los sectores, los actores y las nuevas condiciones mundiales.
Se necesitan además "encuentros, conversaciones, diálogos, en
ámbitos no gubernamentales, think tanks, donde se pueda hablar con
franqueza y se nutra con ideas la negociación", dijo en
entrevista.
Pero
los signos proteccionistas aparecen ad infinitum. Apenas la
última semana de agosto, Brasil planteó una reducción a la
importación de lácteos uruguayos, estableciendo cuotas a uno de los
principales productos de exportación de Uruguay. No parecería una
alerta tan pesimista, si no fuera porque Brasil también quiere
aplicar la medida a Argentina.
Brasil,
Argentina y Uruguay se mueven en la lógica de vender, pero no
siempre de comprar.
Bartesaghi
llama a esto el "comercio administrado" de los países del
Mercosur. Son economías volcadas al mercado interno e
intrarregional. Han tratado infructuosamente de negociar el libre
comercio con Europa desde hace 15 años y no están integrados a
ningún bloque, lo que puede ser visto como una debilidad, pero
también como un valioso elemento de negociación económica con el
mundo, hacia el futuro, por su capacidad de producción de alimentos
y sus 255 millones de consumidores, explicó el académico.
Su
situación no es nueva ni obra de la casualidad. Los puertos de Rio
de Janeiro (1565), Buenos Aires (1580) y Montevideo (1724) tienen una
experiencia acumulada en el comercio mundial que data del origen
mismo de su fundación en las costas atlánticas, no solo en el
intercambio legal de bienes, sino también en el viejo contrabando. Y
esto es todavía válido para los negocios derivados del tráfico
ilegal de drogas, armas y autos.
Renegociación
Las
querellas por proteccionismo también salen del sur. Mantilla, líder
de los exportadores argentinos, dice que "el sector agrícola
mexicano resulta ser el que mayores barreras arancelarias presenta. A
modo de ejemplo, los productos más protegidos que aplican aranceles
promedio de 25 por ciento o más son: azúcar, productos de
confitería, bebidas, tabaco, productos animales, café, té y
lácteos".
Pero
en general no ha sido fácil armar la relación con el Mercosur.
México no fue aceptado en la negociación de 1991 y fue hasta
2002 cuando se decidió pactar con cada miembro del bloque, llevando
por fuera lo automotriz (ACE-55).
En
julio de 2004 se activó el tratado de libre comercio con Uruguay con
la idea de brincar de ahí a Argentina y Brasil. Esto no funcionó a
causa de los aranceles internos del bloque y de trabas burocráticas.
El primer pacto con Brasil entró en vigor en mayo de 2003, pero
incluyó solo una pequeña cantidad de mercancías que ahora se
pretende ampliar.
De
vuelta a la mesa de negociaciones, los empresarios mexicanos tienen
como objetivo "modernizar" los acuerdos.
"Es
necesario mantener un instrumento que permita la defensa contra
medidas proteccionistas, como cuotas compensatorias por dumping o
salvaguardas", dar protección a la propiedad intelectual y
ajustar las reglas de origen, sin afectar la competitividad, apuntó
el director general del Consejo Mexicano de Comercio Exterior
(Comce), Fernando Ruiz Huarte.
La
moneda está en el aire.
Sobre este tema, leer también:
Exportaciones de cerveza mexicana
Miles de dólares
2012 2013 2014 2015 2016
Argentina 9642 6664 8582 11579 11161
Brasil 2721 632 16030 5751 4577
Paraguay 1250 1707 2996 3676 6001
Uruguay 1709 2308 3736 3566 4029
Estados
Unidos 1660935 1737186 1869415 1903908 2289329
Fuente: Aladi